Y de postre galletines

-¡Igor! -¡Frodorik!

Mañana tengo de nuevo revisión médica; ése prudente trámite por el que paso una vez al año. Y no es que me pase nada (de vez en cuando una leve palpitación en el párpado izquierdo, aunque supongo que será algo relacionado con la tensión, nada serio), pero siempre se queda uno más tranquilo sabiendo que no tiene nada raro. Y, si lo tienes, pues que al menos te lo pillen con tiempo. Sin embargo, hay algo que me preocupa: el análisis de sangre. No soporto la idea de que una punta de acero quirúrgico profane mis venas para robarme un par de botecitos de sangre, es algo que me pone enfermo, que hace que me marée. Una vez incluso perdí el sentido viendo cómo mi esencia manaba por uno de esos malditos tubitos de plástico.
Pero bueno, soy un niño valiente, y no lloro, y no me quejo (no demasiado), y consiento que me torturen en pro de mi salud. Por la de otros lo hacía antes (cuando tuve que donar para el transplante de mi madre, de paso me hice donante), pero empiezo a creer que el piercing de mi ceja me lo hice símplemente para escaquearme durante un año de las malditas estracciones. Sí, sé que no son obligatorias, pero soy de moral retorcida, qué le vamos a hacer...
Cuando te haces uno de estos chequeos, has de ir en ayunas y llevar un tubito con una muestra de orina de esa misma mañana. Una vez en la mutua, te sientas y esperas a que alguien pronuncie tu nombre. Una vez, mientras esperaba, frente a mí se sentó un tipo que llevaba en la mano el dichoso tubito, pero debía de haber tenido algún tipo de accidente al cerrarlo, y el tubito tenía una grieta. Goteaba.
El pobre hombre supongo que no tendría ninguna culpa, claro, éso nos puede pasar a todos, pero me angustié muchísimo sólo con ver lo mucho que se angustiaba él también. Hasta el punto de romper el silencio y mentirle: "Tranquilo, a mí me pasó una vez exáctamente lo mismo. Es que estos tubos deberían hacerlos de cristal, y no de metacrilato".
Bueno, que luego uno tiene una buena excusa para desayunar media barra de pan con jamón y una coca-cola. Y que me fumo una mañana de trabajo, claro, que eso siempre está bien también.
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Hacía tiempo que no cogía el autobús por la mañana. Ha habido una reestructuración bastante importante en mi empresa, y he cambiado de gerente, por lo que tenía una reunión con el nuevo a las ocho y media en las oficinas de Polar.
Adoro Madrid, aunque mataría a sangre y fuego a la mitad de lo que camina sobre ella. Y a lo que va en coche también. El tráfico de esta ciudad es como mi John McLane particular: sólo él es capaz de cabrear así a alguien.
Viendo la M-30 un día cualquiera a las cinco de la tarde o a las ocho de la mañana no me explico cómo esta ciudad no está llena de locos desquiciados. En general, todo nuestro estilo de vida está mal . Deberíamos volver a las estructuras gremiales de hace siglos (me pido vivir en la calle de las hilanderas). Pasamos cinco días a la semana lidiando unos con otros por ir a trabajar, empleamos todo nuestro tiempo en trabajos de mierda mal pagados (sí, el tuyo también aunque pienses que no, pregúntate cuánto cobra tu jefe, y compara a ver la cantidad de trabajo que desempeña él y la que desempeñas tú), para luego emplear nuestro tiempo libre en nuestro coche, nuestra casa, apretujarnos en discotecas, o matándonos por hacer la compra un sábado por la tarde (de nuevo, atrapados en eternas colas para entrar en el parking...)
En fin, que me voy por las ramas. De lo que quiero quejarme hoy es de la tercera edad. No los soporto, es superior a mí. Yo intento respetar la sabiduría y la experiencia de mis mayores, pero lo único que consigo es cagarme en su puta estampa cada vez que me cruzo con alguno. Es imposible ser amable con ellos, porque no te dejan. Son cicateros, ruines, miserables, victimistas, maleducados e impertinentes. Y no, me niego a entrar en la dinámica de "me ha pasado esto" o "me ha pasado aquello", porque todos tenemos historias al respecto con gente mayor implicada; tan sólo dejo patente mi queja, mi disconformidad, mi cabreo, y mi gran pasión por el film "la fuga de Logan".
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Tengo ganas de decir que echo de menos el verano de hace dos años. Tirarnos en el parque a fumar, hacer "atuning" con las pizzas congeladas, asaltar la nevera de Ángel, hacer pressing catch con Pabolo, cerrar el cyber y quedarnos a jugar al counterstrike y al starcraft hasta las tantas, jugar al Trivial en aquella cocina a chupito de vodka quien falle una pregunta, jugar al mus en la piñata, cenar en casa de Fabi, montarle el ordenador nuevo a César, ver películas en mi sótano, beber con el tío Chen, picarme con Alvarito en la recreativa de Star Wars y, en fin, todas esas cosas que hacía cuando era una persona normal...

Mira lo que hace Somófrates a las 01.13.04 13:05