Y de postre galletines

It´s my party

Y aquí seguimos. Enero ya prácticamente se ha pasado, las promesas se olvidan, y el agua se lo lleva todo; aunque sábados, domingos, vísperas y fiestas de guardar a mí se me sigue partiendo el alma entre el telediario y la hora de cenar. La rutina, es lo que tiene, que construye mucho más rápido de lo que a mi melancolía le gustaría derribar cuando nadie mira.
Y mientras practico mi deporte favorito, dibujar los rasgos de alguien en un trozo de papel cuadriculado mientras miro al techo y escucho el cocktail molotov que es mi lista de emepetreses, espero a que mi hermano se levante de la cama para darle las buenas tardes. Nada en este momento tiene más sentido.
Dieta sana, mucha agua, fruta, y sesiones draconianas de bicicleta y pesas. La congestión muscular suele conllevar un efecto inverso en la cabeza. Todo es mucho más claro, es infinitamente más fácil pensar. Ahora puedo darle vueltas a mis ideas a diezmil revoluciones por minuto. Y sigo odiando hacer ejercicio, pese a que el residuo sea reconfortante, e incluso útil, no concibo cómo alguien podría hacer esto por gusto. Conozco más de dos y de tres fármacos capaces de producir una sensación similar. En sólo cinco minutos. Sin chándal.
Mientras tanto, mi padre está toda esta semana en un balneario en Andorra con una tía cinco años mayor que yo. Es una buena chica. Pero cometió el error de intentar comprarme; como si mi padre y ella necesitasen mi consentimiento, o algo así. Weird. Aún no me acostumbro a este modo de vida, a esta nueva célula familiar, a esta convivencia forzada sin la persona a la que yo más quería, y me encuentro con absurdos de semejante calibre.
Lo que verdaderamente podría preocuparme es que esté condenado durante el resto de mis días a alimentarme a base de ensalada alemana. Y en vez de quedarme aquí escribiendo estas cosas, debería salir a tirar el puto teléfono móvil a una papelera, a divertirme, a sacarme de una vez el puto permiso de conducir, ver a alguien a quien hace tiempo que no veo, o conocer gente nueva. Pero es Domingo, y por eso estas cosas las escribo mayormente los domingos.
He hecho cambios, pero aún así creo que no son suficientes. Empiezo a pensar que no me gusta mi vida; y eso acojona al más pintado. De manera que he ido a la nevera, he cogido unos puerros y me he amenazado a mí mismo poniéndomelos en la sien. Igual que si fuese Brad Pitt en el club de la lucha me he preguntado: bien, Alex, ¿qué quieres hacer en la vida? ¿quién quieres ser?
Y tras unos segundos de silencio, no he tenido más remedio que comerme los malditos puerros.
Salgo a la calle y no veo gente. No veo hombres, ni si quiera mujeres. Veo gente queriendo ser perfecta, desde el perfecto triunfador hasta el perfecto bohemio casual. Es como si todo el mundo compitiese; como si todo el mundo fuese contra todo el mundo, unos contra otros. Y alguien ha pegado el pistoletazo de salida y yo me he quedado quieto durante horas. Yo contra el mundo. El mundo contra el mundo. Hasta hace un tiempo yo creía que los veía desde arriba, y ahora empiezo a dudar si en realidad los estoy viendo desde abajo. Un millón de personas mirándome y esperando algo de mí; pero no sé el qué. ¿Hablo? ¿Me quedo callado? ¿Espero a que venga alguien? ¿Salgo corriendo?
Con mejores o peores contratos, con más o menos espacio, trabajaré de ocho a seis, comeré con gente con la que no tengo nada que ver, haré mis ejercicios, cenaré y me iré a la cama. Ése es el planning que ahora mismo tengo con mi vida.
Al principio creía que era tímido, pero no lo soy. No tanto. Todo me importa tres cojones, y no tengo problemas en encararme con quien sea para decirle lo que sea. Gracietas, chistes privados, comentarios absurdos, el tiempo, la peli que ví el sábado, ¿qué importa todo esto? Creo que es por eso que soy así, no disfruto de según qué aspectos de la gente, prefiero tumbarme en silencio con alguien a ver las nubes o escuchar música que pasarme el día diciendo polladas, o tener que compartir aficiones, o lo que sea que haga la gente ahora.
¿No hay nada ni nadie en el mundo por quién merezca la pena luchar?