2. juuni 2004

Vive, ama, aprende

La semana pasada, un día entre diario cualquiera, volví a casa, dejé mi bolsa donde buenamente pude, me quité la cazadora, y desnudándome por el camino, me rendí a la inconsciencia sobre mi cama. Estaba absolutamente reventado; lo noté a la mañana siguiente, tanto por la oportunidad que perdí de ducharme antes de desfallecer pegajoso sobre el edredón, como por la desagradable mancha de saliva sobre la que reposaba mi cabeza cuando desperté.
Se me había hecho tarde, pero daba igual. Aquella era una de esas mañanas en las que todo te da igual. Todo iba bien. Todo funcionaba y era uno con el cosmos. Así que para celebrarlo me subí a pedalear un rato en la bici. Hice mis pesas, me duché, me vestí, cogí mi bolsa. Pero al ir a coger la cazadora de la silla en la que la dejé la noche anterior, no estaba. Por la ventana entraba un sol espléndido, de manera que no me molesté en buscarla. A esa hora ya estaba Trini -la asistenta- en casa, así que fui a la cocina, donde estaba ella, a tomar un poco de café y aprovechar para comentarle que las camisetas serigrafiadas hay que plancharlas del revés, que el viernes pasado me arruinó tres.
No he echado en falta mi cazadora hasta hoy. Más que mi cazadora, el contenido de sus bolsillos. Y esta mañana, aprovechando que también estaba Trini ya trajinando en casa, le he preguntado. "Te la puse a lavar la semana pasada, ahora mismo la iba a colgar del armario; mírala, aquí la tienes, pero yo no me la pondría, que el del tiempo ha dicho que hoy va a hacer más calor que ayer".
Mierda. En cuanto la cogí empecé a palpar los bolsillos, y al verme Trini me dijo que el contenido lo había depositado en el cenicero del salón. Y en el cenicero del salón, a la vista de todo el mundo, han permanecido durante toda una semana veinte euros, un bolígrafo, un tazo de pokémon, mi tarjeta de la seguridad social y dos condones, uno de fresa y otro de plátano.
(Sí, efectivamente, lo que echaba en falta hoy de mi cazadora era la tarjeta de la seguridad social, pero el patético -tranquilo, que dirían algunos- ritmo de mi vida sexual no le quita peso al agravio de exponer mis fármacos personales de ese modo...)
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-Oye, chavalote, a ver si me puedes dejar unos céntimos para el metro, anda por favor. Hoy por mí y mañana por ti, que esto le puede pasar a cualquiera, ¿me entiendes?
-Sí, pero lo siento, no llevo nada suelto.
-No pasa nada, yo te cambio...
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A eso de la una me metí en la cama. Algo tarde, considerando que tengo que levantarme a las siete, pero nada grave. Sin sueño atrasado, puedo aguantar una jornada con poco más de cinco horas de sueño.
A las dos estaba mirando fijamente esos números verdes y luminosos en la oscuridad de mi cuarto. Maldita sea, si no quiero tener un día de perros debería dormirme ¡ya! Y basta con que eso se me pase por la cabeza para empezar a temer por una posible jornada pesada, fatigosa, con dolor de cabeza, secreciones biliares, y el millón de cosas más que acompañan a la falta de sueño. Y, claro, me pongo nervioso.
A las cuatro de la mañana no podía imaginar cómo iba a hacer para trabajar nueve horas, acompañar a Elena a comprar una grabadora de DVD y por la noche cenar e ir al cine con los amigotes.
A las cinco decidí que estaba perdiendo el tiempo, de manera que me puse a pintar.
A las siete menos diez minutos amaneció, y a mí me pilló con un pincel en la boca y un bote de acrílico a medio cerrar. Me quedé mirando por la ventana durante un minuto sin mover un músculo. Se me ocurrieron cuatro o cinco personas con las que me gustaría compartir un momento así. Pero las gramíneas y su puto polen me jodieron lo azucaradamente ñoño (no había dormido, ¿qué esperabais?) de aquel momento.
De manera que si alguien pasa hoy por la calle Capitán Haya y se encuentra un pincel lleno de mocos, que me lo devuelva, que es mío.

Yo voy a meter un rato la cabeza en el inodoro y a tirar de la cadena, a ver si me despejo...

Mira lo que hace Somófrates a las 06.02.04 12:39



Cosonísimas:

Tío, ¿no habrás hecho pellas?...

Mira lo que hace Tanita

Qué va. Estoy aguantando en la oficina como un campeón.

Tu minotauro ya está terminado. Si esta tarde paso por el centro, compro una peana de madera bonita.

Mira lo que hace Somófrates

ey! Tienes Gammaray en tu radio blog! Sabía yo que tenías buen gusto escondido en algún lado... :P

Mira lo que hace Anakinet

Joder, no me lo había pasado tan bien desde...desde... desde el de "¿Cómo colocarte los güebos cuando te los pillas con los slips sin que la gente sospeche cosas raras?
" .
Me pasaré por aquí más a menudo...
Por cierto¿Es Somo Húngaro? Tengo la sensación de que es tan malerrimo como ellos...

Mira lo que hace ChiroPteran

Me ha encantado la estupidez del yonki del metro.

Mira lo que hace Errante

Digamos que poseo contactos entre los húngaros.
Pero es precisamente cuando la maldad húngara no alcanza ciertos rincones cuando ellos mismos dibujan pentagramas en el suelo para invocarme...
(Inserte "mwahahaha" o sucedáneo aquí)

Mira lo que hace Somófrates

A mí no me importaría echar babitas en la almohada si durmiera en una casa como la tuya. Yo quiero una casa como la tuya, Alex, con todos esos lujos hiperburgueses que tienes, y los productos marca El Corte Inglés en la nevera y esa tele del demoño...
Creo que me estoy repitiendo.

Mira lo que hace Rear Window

Estás invitada siempre que quieras (y siempre que haya alguien para abrirte la puerta, claro...)
La tele del demoño, hay quienes dicen que "se ve rara".
Y los productos de la nevera, sí, son del opencor, pero hay pocos, y la mitad probablemente caducados (seremos burgueses, pero somos hombres y además solteros).
Eso sí, si vas a echarte la siesta y babear, la almohada te la traes tú...

Mira lo que hace Somófrates