Y de postre galletines

Futil ejercicio de mnemotecnia

Otro año sin tí. El caso es que cuanto más tiempo pasa, más recuerdos pierdo, y a una velocidad que me asusta. Ahora tengo que cerrar los ojos para recordar tu cara, y todos aquellos momentos que antes recuperaba con nitidez, ahora son como diapositivas descoloridas. Y cuánto más olvido, más solo me siento. Sí, ya sé que no parezco yo escribiendo estas soplapolleces en este plan, pero ha sido un año jodidiño, y tú no estabas para darme dos hostias.

Supongo que mi mayor virtud, mi cabezonería, la heredé de tí. Además de muchas otras cosas. Cierto es que tú tenías muchas otras virtudes, dentro de esa desastrosa anatomía que también heredé. Templanza, solidaridad, talento literario, sensibilidad, puntería con la zapatilla...

Tu madre sigue haciéndonos la vida imposible. Por tu hermana, que no está dispuesta a hacerse cargo de ella, pero sí de su dinero (al menos, la parte que por derecho te correspondía a tí, y por ende a mi hermano y a mí cuando te fuiste). En fin, lo de siempre, sólo que este año ha habido juzgados y todo. El vil metal.

El otro día ví a Lidia (sí, esa que cuando te decía su nombre ponía los dedos índices sobre su cabeza, a modo de cornamenta taurina, aunque sólo conseguía parecer un marcianito borracho). Me preguntó por tí. Creo que tú le gustabas más que yo. Claro que a tí también te gustaba más que a mí. Se casó en Mayo.

Me hiciste prometer que no lloraría por tí, pero creo que no lo he logrado. Digo "creo" porque no estoy muy seguro de si he llorado por tí, o he llorado por mí. Ya te digo, que ha sido un año tremendamente gilipollas. Tenías que verme, gimoteando, con un enorme moco colgando de mi narigón, blanceandose con el viento. Un cuadro. Te habrías partido el culo de risa.

El trabajo, un coñazo. A ver si me echan a la puta calle de una vez, aunque lo veo dificil. Están contentos conmigo y me han hecho un contrato indefinido. Creo que de tanto trabajar rodeado de móviles, con esa antena de 50 metros encima de mí, ya debo de haberme quedado estéril. Eso que le ahorramos a la selección natural.

Y, bueno, pues que todo sigue igual. He vuelto a fumar como un carretero, como buen obsesivo compulsivo que soy. Tu manía de educarme con tu sociología y tu psicología inversa sólo consuiguió malcriarme. Al menos ahora el tabaco me lo compro yo, no tengo que mangartelo.

La familia bien. Pf. No sé qué coños más contarte. Que te echo de menos. Con tu bata, y tus ojeras, y tus gafas de leer, y tus pelos de loca, y tus chistes de curas, y tus batallitas del sindicato, y tus cuentos en la mano para que los leyera y te diese mi opinión. Estoy olvidando muchas de las lecciones que me diste. Me agrio. Y sólo consigo recordar el tacto frío de tu mano huesuda. Tus besos de labios cortados y café, esos que severa me exigías cada mañana. Tu respiración de fumadora asmática. Ya ni si quiera me acuerdo de tu voz.

Ni si quiera la lluvia, hoy, tras tres cincos de Octubre, se ha acordado de tí.

Mira lo que hace Somófrates a las 10.05.04 12:22