16. oktoober 2003

Luego, más...

El otro día pasaba el porro de una mano a otra, mientras dos viejos amigos se reencontraban en un banco del parque. Confianza rehecha y camaradería. Volvimos a contarnos nuestras vidas, entre caladas profundas, chistes malos y risas roncas y relajadas.
Al tío siempre le ha ido medianamente bien en la vida. Siempre con el dinero justo para pagarte dos cervezas, un montón de camisetas que dios sabe dónde comprará, y siempre un par de chicas monas por las que decidirse. El problema es que la última por la que se decidió era de las que roban toallas en los hoteles de tres estrellas...
"La mitad de las mujeres de este mundo matarían por un tipo como tú", le dije antes de darle una larga calada al porro. "Pero la otra mitad es mía, cabrón", añadí después con la voz ahogada por el humo que hacía que me escociesen los ojos.

Y es que aunque eso de "desgracia de otros, consuelo de tontos" no es del todo mentira, si es cierto que escuchar este tipo de cosas le recuerdan a uno que siempre pueden pasarte cosas peores. Y que siempre, después de la lluvia, sale el sol. Siempre. Tan sólo es cuestión de tener un poco de paciencia y la música adecuada en tu colección de MP3.

La noche desembocó en madrugada (que se joda el trabajo) de recuerdos y una extraña mezcla entre felicidad y melancolía, en la que terminamos por elaborar descabelladas tramas argumentales que desembocaban en la impepinable verdad de que hasta Bin Laden sabía que en el mundo había más tías que amaneceres (chiste privado; no lo intenten en sus casas...)

Ayer vine al trabajo sin dormir, claro. Pero al menos aquí hay buen ambiente, tengo amigos, y un huevo de chorradas multimedia que hacer con un montón de teléfonos móviles carísimos que no son míos. Los miércoles, además, se actualizan los contenidos porno; y alguien debe comprobar que funcionan correctamente.
No me sugiere nada (a menos que yo me lo proponga), y a los diez minutos ni si quiera recuerdo lo que he estado viendo, pero el porno siempre me ha relajado bastante. Es divertido ver como esa gente es capaz de deshinibirse y hacer esas cosas hasta el punto de "mentir" con sus propios cuerpos. Y salta a la vista que todo es tremendamente frío y artificial, pero es admirable comprobar que hay gente capaz de supeditar su metabolismo a su sueldo. No puedo evitar, cuando veo una película porno, que me asalten dudas como "¿les darán tickets restaurante para comer?", "¿tendrán contrato por obra?", o "y en caso de tenerlo, ¿a qué convenio se acogerán?".
Supongo que el sexo siempre me ha "intimidado" en cierto modo, y por eso nunca he sabido si poner a esta gente por debajo o por encima de mí. Quiero decir, que entiendo que es un trabajo tan digno como otro cuelquiera, y que incluso hacen feliz a un montón de gente; pero no sé si para hacerlo se necesitan más agallas que las que yo tengo, o por el contrario es porque tienen un sentido de la integridad o la moral inferiores a los míos.
El sexo en sí es una chorrada impresionante que per sé no vale un duro, pero creo ser de esa gente que disfruta engañándose al ponerlo como techo límite en una relación entre dos personas.
Supongo que es por eso por lo que me asusta que alguien pueda no concebirlo del mismo modo. Me jode que haya quien quiera salpicar y mancharlo todo de realidad. Signifique esto lo que signifique.
Estoy equivocado, ya lo sé.

Mira lo que hace Somófrates a las 10.16.03 10:12



Cosonísimas: