19. jaanuar 2004

Cambio título por diploma.

Hay palabras realmente dolorosas que, viniendo de según quién (está claro), son verdaderos calvarios para esos minutos en los que uno no tiene nada mejor que hacer que apoyar la cabeza en la pared de la ducha, mirar la oscuridad del otro lado de las ventanas del metro, o elegir la cantidad de azúcar que quieres en tu café a fuerza de apretar un botón medio jodido por el uso y el abuso. O eso, o es que la gorra me aprieta especialmente estos últimos días (que tampoco sería de extrañar, ya que me deja más marca de la habitual cuando me la quito, y parece que me la he de encasquetar a rosca...) Por supuesto, si añadimos los momentos en los que uno debería estar haciéndo otra cosa (o se le supone con la intención de hacerlo) ya estaríamos empezando a hablar de obsesión, de manera que no lo haré. Y menos en presencia de mi abogado, que también es dado a los sermones y moralinas.
Sí es cierto que hay gente que, bien debido a su isolacionismo, bien por tontería pura y dura, bien por mera cabezonería, son incapaces de ver cómo una situación difícil se les puede venir encima y aún así no hacer nada que no sea desencajarse la mandíbula a base de apretar los dientes y buscar a alguien (o algo) a quien poder echar las culpas antes de decir "esta boca es mía". Es como decir con gesto optmista que viene el lobo, cuando en realidad lo que viene es el puto Godzilla.
He visto gente con dieciséis años de amistad a las espaldas hacer verdaderas tonterías por no saber decir las cosas. O decirlas mal. O decirlas mal y encima no querer rectificar cuando es evidente que se ha metido la pata. Cuando ellos mismos ven que es evidente que se ha metido.
Y es una lástima. Personalmente, no es mi caso, pero pese a que yo soy perfectamente capaz de agarrar el "manual del ser dignísimo" y aludir a las reacciones propias y debidas ante según qué situaciones (ya no capaz, es que creo que hasta le estoy cogiendo el gustillo), lo cierto es que muy pocas cosas me hacen verdadero daño. Verdaderamente pocas. No es la primera vez que hablaría en este blog de LA CONFIANZA, término tramposo y grasiento donde los haya, y del que yo procuro hacer poco uso. Más que hacer poco uso, diría que prefiero no forzar las cosas hasta tener que demostrarla, o que los demás me la demuestren a mí, ya que el ser humano es propenso por su propia circunstancia a cagarla en los momentos más cruciales (a menos que ese día esté con la regla yo vivo y dejo vivir). Prefiero dejarlo en que "todo el mundo es bueno", y ya está. Una pequeña mentira piadosa. Es por eso que muy pocas cosas me hacen daño, y pocos desengaños me llevo con la gente (que pocos tampoco son ninguno, todo sea dicho), pero sí estoy notando últimamente una enfermiza tendencia en mí a querer redefinir todo lo entra o sale por la puerta, ya sea de nuevas, ya lleven años yendo y viniendo. Que tampoco está tan mal, oyes; a fin de cuentas uno busca su felicidad en los términos que le vengan en gana. Tal vez se me pase en cuanto vuelva a dar con un videojuego que me tenga pegado al ordenador sin pensar en otra cosa tres o cuatro días.
Lo malo es que en esos mismos términos empiezo a juzgarme a mí mismo con respecto a otras ánimas. Yo, un hombre tan satisfecho consigo mismo, tan convencido de sus prioridades, tan conocedor de sus propias limitaciones, sigue pasando por episodios absurdos que, como toda buena historia mal contada, a posteriori me llevan a mí y a mi gallardía a querer de salir del país durante un par de décadas. Y que tampoco nadie se lleve a error: si lo hago sería más por temor a que me recuerden mis propios errores que por expíar mis pecados (nimios, livianos, efímeros todos ellos, no se vayan ustedes a creer...)
Gente sabia ha vaticinado, incluso, que a mi pesar e injustamente me serán recordados hasta la náusea en un periodo de tiempo no muy extenso. Una de estas profecías que los demás ven con claridad meridiana basandose en sus inconmensurables experiencias con la especie humana, pese a que tú no sepas de dónde vienes ni a dónde vas.
"Ande yo caliente" me habría aventurado yo a responder con ínfulas de Fénix renacido, pero me temo estar demasiado enamorado de mí mismo. Eso se junta con que mi autoestima no es, precisamente, como la de una de estas actrices del porno que van alegremente batiendo récords por el mundo...
Sería el fin del romanticismo para mí, pero empiezo a creer que es más que aconsejable aquello que el otro día me decía una perversa menor de edad: que nadie te importe más de lo que vas a tomar mañana en el desayuno. Sí, sería genial que alguien lo hiciese, claro que quiero que alguien me importe, pero es una imágen poco recomendable del mundo. Esta muchacha ha aprendido antes que yo lo que yo mismo aprendí hace tiempo para después olvidarlo. Ya estoy muy cascado para según qué trotes, a partir de ahora me apetece ser un patatal que haga las veces de campo de prácticas de tiro; cuéntenos el chiste que quiera, por malo que sea, le garantizo que me reiré o le devolvemos su dinero. Y hasta su tiempo.
Pero no es de mí de quién quería yo hablar.
Que antes de llegar a lugares en los que no hay vuelta atrás (los hay que hemos tenido que aprenderlo a hostias) tened en cuenta que los amigos lo son sin más, sin fórmulas, y las lealtades se quedan en el campo de batalla para quién crea en ellas.
Sed buenas personas, y todo vendrá después rodado, putos lloricas de mierda. A fin de cuentas, ¿quién cojones quiere ser feliz?
Yo no, desde luego. Al menos, no antes de jubilarme. JOJOJO(c).
__

Gracias a la mamá de Germán por obligarme ayer a cenar con ellos y con Irenerl. Señora maja dónde las haya. Si fuese una persona atenta y agradable habría comprado algo antes de pasar por allí, pero como hace tiempo que decidí dejar de serlo... pues os conformáis con la botella de cava.
(k-c, te lo perdiste, te habían puesto una silla en el pasillo para que no molestases, y todo...)

Mira lo que hace Somófrates a las 01.19.04 16:40



Cosonísimas:

Nos, a rectificar, estamos dispuestos. Pero precisamente ese es el problema, que se ha preferido cortar por los sano.

Y no son 16, sino 23 años.

Mira lo que hace El Hombre Malo

Puf.

Si no he entendido mal, estás tirando a la basura el paquete de patatas entero porque una de ellas no te ha salido ondulada.

No sé si es cuestión de lealtades, o confianzas, pero yo con eso juego limpio: mi confianza es gratis. Si le das mal uso, empiezo a pasar factura.

En cualquier caso, lo importante de la amistad no es firmar contratos y comprar o vender las acciones a medida que va pasando el tiempo, sino que se trata más de ser honesto con esas personas lo mismo que se es con uno mismo. O sea, enseñar las cartas. Cogerte un número de elegidos -tus amigos los escoges tú, por supuesto; a dónde vamos a parar si no- y que cada cual, a su manera, se muestre a sí mismo. Con reciprocidad.

Igual sigo meando fuera de tiesto, pero no creo que uno valga por otros cientos. Porque si es así, ese uno te lleva ganada la partida desde el principio...

Mira lo que hace Adrián

Cuanto más pones en algo, mayor es lo que obtienes luego sea para bien o para mal. Resulta que aunque sea para mal, sabemos que lo haríamos igual la siguiente vez a pesar de que nos dieran otra patada en el culo.

Mira lo que hace Xtina

No, no. Si a mí, patatas malas, me han salido bastantes ya, pero no hablo de ninguna de ellas. Yo, por las patatas malas, no gasto ni tiempo ni esfuerzo (y menos si es a agua pasada...)
Ni si quiera he querido hablar de mí, tan sólo que sé por méritos propios que por tonterías se puede llegar a extremos desagradables. Y con patatas extraordinarias, oiga.

Mira lo que hace Somófrates

Yo de tema de amistades no controlo mucho, hace bién poco que puedo decir que disfruto de ellas. Pero por corto que sea aún mi camino, lo poco que he visto ha valido la pena. La gente maja me ha hecho ver a los capullos y comemierdas como seres no tan despreciables ni tan cercanos a mi.

Mira lo que hace apio

Genial. Porque este capullo comemierda piensa darte una paliza de las que hacen afición cuando suba a Barcelona.
Llevo tol findesemana practicando con el Mortal Kombat.

Mira lo que hace Somófrates

Hum... Que de nada. Que el cava sigue aquí, congelándose. Que la K-C es tonta por no querer pisar mi piso, que viene a ser como el sitio donde trabaja: asqueroso :P


Y en cuanto a tí, jovencito, te daría una azotaina en el culete hasta hacérte sangrar los forúnculos. Pero sé que te gustaría e Irenita no lo iba a consentir.

Mira lo que hace Germán

Cuando no te defraudan en un momento crucial, ese momento a veces, pasa sin pena ni gloria. a menudo, si se convierte en crucial es justamente porque nos dejaron solos.
A mi no me parece que estés solo, aunque ya sé que solo te bastas para mucho ;PPP

Mira lo que hace haditjé

jejeje ¿es que tu no te equivocas nunca?, saco de mierda.

Mira lo que hace apio

Nunca. Puta paranóica.

Mira lo que hace Somófrates

Anda una silla en el pasillo...que considerados (sigh)

Mira lo que hace k-c

Señor Somófrates, le comento que este post, a mi juicio, puede que haya sido uno de los mejores que haya leído nunca. Ésta opinión puede que esté influenciada por el hecho de comparto pensamiento y situaciones pasadas como las de usted. Y en este post quedan maravillosamente explicadas(y reflexionadas) hasta el punto que me he sentido conmovido leyendolo. Muchas gracias por compartir sus pensamientos, caballero.

Mira lo que hace Sickned

Vaya, pues muchas gracias. A veces temo ser demasiado críptico (ya sabe: ¡cualquiera podría estar leyéndo esto!).
Ah, y mis pensamientos no los comparto. Me veo en la obligación moral y ética de regalarlos.

Mira lo que hace Somófrates