Y de postre galletines

Juro que esta vez tenía un título, pero se me ha olvidado

El otro día reflexionaba yo sobre las pautas de aceptación de cada uno con respecto a los demás. Sobre qué es lo que hace que alguien nos caiga bien o mal y, más concretamente, qué es lo que hace que alguien me caiga bien o mal a mí. Y en aquel momento supuse que era la sencillez; pero hoy me he dado cuenta de que ni de coña.
Vamos, que la sencillez ni me gusta ni me deja de gustar, pero casi que prefiero a alguien de pautas un tanto más complejas. ¿Que por qué? Pues ni puta idea.
Supongo que otro rasgo que me gusta mucho es la inteligencia. Bueno, un compendio de todas las inteligencias que pueda tener alguien, porque los hay que destacan en un sentido y luego lo adolecen en otros (estos son los peores, como yo). Éso sí, siempre preferiré a un tonto antes que a una mala persona.
Y aún por encima de listos o tontos, yo diría que me gusta cuando alguien conoce sus limitaciones y actúa en consecuencia. Así se evitan las malas gentes, e incluso los tontos que van de listos (esto es, gilipollas perdidos).

Por el messenger va una y me pregunta que qué es lo que más me gusta de una mujer. Diría que haber sido Miss Agosto en el Playboy sería un punto a favor, pero creo que dadas las circunstancias me decanto por la risa sincera. Por encima de la mirada inteligente, o incluso la propia inteligencia en sí, creo que la risa sincera en una tía es lo que más me gusta. Algo jodido, ya que yo soy bastante gris y sólo hago gracia cuando me pasa alguna desgracia. Por no tener, no tengo ni cosquillas. Supongo que necesito a alguien capaz de reírse por los dos.

Sí, lo reconozco, soy un gruñón y un cascarrabias con muy mala hostia. Pero, ¡qué coño!, me gusta; y eso no me hace menos humano, ni menos sensible, ni menos 'bueno'. Menos tratable, tal vez, pero nada más.

Ya se me ha ido el santo al cielo. Procuro hablar de los demás y acabo hablando de mí, as ussual. En fin, que a dónde yo quería llegar es a que la gente que menos soporto es a la que no es sencilla, pero pretende aparentar serlo. Suelen arrastrar catastróficos rasgos de comportamiento grotescos e histriónicos (al menos a mi parecer) que no hacen sino incomodarme. Es lamentable ver a alguien raro intentando parecer normal. Más que "normal", diría "corriente". Es como si un payaso intentase venderte un seguro de vida. Sí, vale, seguro que eres un tío estupendo, y eso, pero tengo tan poca idea de por dónde cogerte, que prefiero seguir hablando del tiempo que está haciendo estos días.

Supongo que este es el tipo de post que te sale después de almorzar una ración de hojas de parra rellenas de arroz...
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Otro posible post que se me ocurrío viene a colación del amigo Sufrido y su mirífico post sobre la mejor masturbación de su vida. Pensé en compartir una experiencia similar con vosotros, pero cuando me puse a hacer repaso a mi densísimo currículum como masturbador compulsivo, me resultó más que difícil dar con la paja perfecta.
Pero no, no desesperéis, que me resultase más que difícil no significa que no la encontrase.
Bueno, en realidad, lo que es la paja en sí no la recuerdo muy bien, supongo que fué como cualquier otra, semiladeado, algo espatarradillo, y pensando con los ojos cerrados en algún artículo de opinión de Jiménez Losantos. Lo que sí recuerdo es el clímax, aquél orgasmo ligado a la inefable evacuación. Yo, en ese momento de controlada enajenación sensorial, medio inclinado, procurando manejar ése impresionante aparato de precisión para la guerra con el que Dios me bendijo, cual Onán desparramando sus esencias sobre las arenas del desierto, absolutamente tenso sobre la tarea, ya que más vale calibrar el tiro antes que tener que acudir más tarde a la fregona, no pude evitar el efecto colateral de aquél resfriado que por aquél entonces acarreaba:
el estornudo.
No sólo tuve que tirar de fregona, si no que aniquilé media botella de vim baños; pero no es ésa la cuestión. La cuestión fué el nacimiento de lo que me he permitido denominar... EL ESTORGASMO.
Pese a que no haya visto atacar naves en llamas cerca de Orion, ni rayos Gamma en las puertas de Tannhäuser, sí puedo decir que nada de lo que haya experimentado ha podido si quiera acercarse jamás a aquella sensación.

Sí, os estoy tomando el pelo.
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Gothika, un truño atómico. Halle Berry está pa comerle hasta la mierda del ombligo, pero ná más.
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"En sus tempranos días de escuela, el pequeño Mel Gibson es golpeado hasta ser reducido a sanguinolenta pulpa por la hermana Dolorosa Excruciata de las hermanitas de la sagrada agonía, y una idea nace".

Mira lo que hace Somófrates a las 03.01.04 16:54