28. detsember 2004

Los sueños profundos conllevan despertares traumáticos

El corazón humano adulto bombea diariamente una media de sietemil (7000) litros de sangre. En el caso de un ex-fumador con episodios de recaída y ex-toxicómano, y más teniendo en cuenta que en sus últimos análisis tenía el colesterol un poco loco, puede que sea un órgano un poco más rancio, quizá un tanto más negro y usado, y bombee algunos litros más de la cuenta. Pero no los tengamos en cuenta.
El caso es que tres millones quinientos mil (3500000) litros de sangre son demasiados. Y los he desperdiciado todos.

Me han querido dar un consejo, advirtiendome ésa persona que me lo daba, de que era consciente de que de todas todas no le iba a hacer caso. El consejo era que lo dejara estar. Que pasara. Y efectivamente: ni puto caso.

Sé que ya te contesté. Pero quiero detractarme. Olvida mi respuesta (era como... demasiado buenrrollista). Y como si te mando un e-mail, o si te mando un sms, o si te mando lo que sea, te me pones atómica, pues ya sabes: el blog es mío y blahblahblah... Anarroseo, y así acabamos antes.

Fecha: De: Asunto: Para:

No soy ni mucho menos perfecto. Por esto y por más,
por comportarme como un crío, o vete tú a saber, he
tenido que pedirte disculpas alguna que otra vez. Y
siempre me las has concedido. A regañadientes con
menosprecios y sin mucha fé, pero me la has concedido.
¿Cómo tenerle en cuenta nada a alguien así? Pues,
precisamente, a regañadientes, menosprecios y sin
mucha fé. Porque me he dado cuenta de que nadie,
NADIE, tiene derecho a hacerme sentir como una mierda.
Ni si quiera al perdonarme, porque para eso, mejor
habría sido que no me hubieses perdonado la primera.
Siempre me he sentido mal, y me he sentido culpable,
pero evidentemente he sido el único, y ahora me doy
cuenta de que mi pecado es que he sido sincero. No lo
he hecho ni bien ni mal, simplemente lo hice, como
buenamente pude, como las olas en aquél momento me
dejaron coger aire de vez en cuando.
Nunca nadie te ha negado nada. Tanto si me lo dijiste
en serio como si sólo quisiste darme motivos para
alejarme de tí de una vez por todas, se te fué la
mano. Te has pasado tres pueblos. Y me he dado cuenta
de que tus motivos no me incumben lo más mínimo. Que
no sea perfecto no te da derecho a tratarme como un
despojo. Lo has convertido todo en algo horrible y
grotesco.
Que te considerase especial no te daba derecho a
acusarme una vez tras otra de decepcionarte, de
exigirme más que a cualquier otro, de llamarme "amigo"
cuando lo que querías decir era "felpudo". Y ni eso.
Menos que un felpudo. Un cero, y encima la culpa de
serlo parecía que fuese mía.

Ahí te quedas, bonita, en tu pedestal de minorías.
Sigue interpretando tu papel de lo que no eres, sigue
buscándote. Y sigue repitiendo lo patética y triste
que es la gente. Sobre todo ahora que ya no estás en
el agujero y no necesitas llorarle a nadie. No era tan
dura tu coraza, y no por querer ser inaccesible ibas a
serlo siempre. Tú sigue ahí, despreciando a los que se
han preocupado de veras por tí, y sigue recompensando
con arrumacos el oportunismo de los miserables. No he
podido ver qué era aquello tan terrible que te
dediqué, aquello tan espantoso que me ponía a la
altura de... en fin. De ése. Tan sólo por un te quiero
mal escrito en un móvil. Un te quiero que me hizo
merecer el peor de los castigos.

Siempre he jugado con tus reglas, aún cuando nunca las
he entendido. Y cuando he preguntado algo, tú,
enfurruñada, te negabas a dar otra explicación que no
fuese la de "el mundo no tiene que ser como a tí te de
la gana que sea". Eso cuando querías dar alguna
explicación. Siempre he dicho que no me debes nada.
Nada es lo que te he pedido, nada es lo que he
recibido, y todo es lo que he estado dispuesto a
darte. Me abrazaste para después apartarme, y no dije
nada. Me besaste para después despedirme, y no dije
nada. Me invitaste a dormir para después ignorarme, y
no dije nada. No necesito limosnas de nadie. No
necesito que nadie me regale nada por pena. No te pedí
explicaciones por nada. No dije nada. NADA. Me
trataste como a una mierda y encima fuí tan estúpido
de creer que era culpa mía.

Y tengo culpa de muchas cosas, pero ninguna merecía esto.
Dijiste que te parecía bonito. Que lo entendías. Que
eras curiosa. Y tras un te quiero mal escrito en un
móvil... Con tus últimas palabras me causaste un dolor
increíble. Has deshecho lo poco que quedaba y me has
arrancado un pedazo de alma. No sé si llegas a
comprender la magnitud de esto que te acabo de decir,
pero bueno. Eres tan egoísta que creerás que te basta
y te sobra con un "me la pela". Nunca nadie te ha
negado nada.
Si lo que pretendías era darme motivos para alejarme
de tí y ayudarme a olvidarte, enhorabuena, porque lo
has conseguido. Espero que duermas bien repitiéndote
que el fin justifica los medios. A lo peor eres tan
imbécil que incluso pensaste que me hacías un favor.
Pero no soy un perro al que abandonas cuando no puedes
hacerte cargo de él, ¿te enteras?. Y pensar que me
creí que las lágrimas que derramabas eran de verdad...

Y si era mera malicia... bueno, si era mera malicia
más culpa he tenido yo por creer haber visto a alguien
diferente entre toda esta mierda que habita el
planeta. Un puñal excelente, mi amor. Has dejado cocer a
fuego lento y con admirable paciencia ése veneno para
descargarlo en a penas quince líneas. Gracias por
devolverme mi dignidad.

Sin más, por mi parte, recibe un sincero "pero tú
quién cojones te has creído que eres" y tómate una
tila, o copia una docena de canciones fáciles en algún
blog, o algo, a ver si te serenas un poco, maja. Ojalá
que nunca nadie te quiera como lo he hecho yo, porque
no te lo mereces.

Y que te aproveche a tí, payasa.

Que sé que no arregla nada, sino todo lo contrario. Pero, cojones, qué bien me ha sentado...

Mira lo que hace Somófrates a las 12.28.04 23:57