8. november 2004

La locura no tiene cura

El otro día leyendo el blog de Irenita descubrí un diamante en bruto como no podía ser otro que el de las manías personales. Yo, que soy como Groucho Marx (irresistible, ninguna mujer me soporta) con eso de las rarezas me he dado cuenta hoy de una.

Hace unos años, cuando entré en este circuito profesional del esclavismo de alquiler para soluciones informáticas a empresas, advertí al compartir lavabos con el resto de los reos que existe una costumbre muy fea. O, mejor, una falta de esa costumbre. La de lavarse las manos tras hacer uso del meadero.
Mentalmente me iba haciendo una lista de personas que iban del urinario a la puerta del despacho sin pasar por la jabonera, y comenzaba a pensar en "cosas con las que podamos compartir restos de piel muerta de zonas pudendas".

Compréndanlo: yo he tardado casi 28 años en comenzar a coger confianza con mi pene, y aún así tenemos nuestras reservas. Sí, somos amigos, por supuesto, y hemos llegado a conocernos bien. La nuestra es una relación sincera después de tanto tiempo. Pero es que la confianza dá asco. Por supuesto, nos toleramos las rarezas, y a veces el uno actúa sin pararse a consultar con el otro, pero acabamos perdonandonoslo todo en enternecedoras reconciliaciones. En fin, que eso, que como dá asco, pues yo me lavo las manitas después de hacer mis cositas, que a mí mi mamá me educó muy bien, y ya está.

Pero es que hoy me he dado cuenta de que cada vez que me cruzo con alguien de mi lista negra por el pasillo, no lo puedo evitar: manipulo los pasadores de las puertas con la manga de la chaqueta, cojo los bolis con gesto desconfiado (ni hablar de mordisquear los capuchones o las "gomitas de detrás"), y suelo pasarle un pañuelo al teclado antes de teclear nada (es lo que tiene trabajar con tantos ordenadores a la vez junto a tanta otra gente). Ni pasar las hojitas del calendario a día uno, oigan.

Y miren que yo modales no tengo muchos. E higiene, la justita como para no darme asquito a mí mismo. Pero a mí es que lo de las muestras de ADN ajenas, pues como que me toca mucho la moral. Siempre me he considerado una persona muy física; esto es: me recreo en el contacto sin ningún escrúpulo, sea del tipo que sea, cuando hay confianza (y cuando digo ninguno, quiero decir NINGUNO). Pero es que cuando no la hay, una mano en el hombro para mí es una mención a mis muertos más fresquetes. Se me rompen los pocos esquemas que me quedan. O sea, que imaginense cuando pienso que alguien está por mi oficina esparciendo sus íntimas esencias por aquí y por allá.

Hay un tipo en concreto. No conozco su nombre, sólo su apodo: Maguila. Debe de ser gerente adjunto, o similar. Es un tipo que debe de haber llegado recientemente a la cuarentena, o ni eso. Alto. Gordo. Gordísimo. Pero no es ese tipo de gordura "cásica". Es de esas personas a las que el traje no es que no les siente bien, que un traje hay a quienes, símplemente, no les sienta. No, a este tipo le queda de culo. Es ese tipo de gordo de nariz aguileña, mirada taciturna, voz insoportablemente estridente, pié pequeño y peinado grasiento.

Quiero matarle. Quiero matarle a él y a su pene. No soporto imaginármelo tocando cosas con sus pegajosas y rechonchas manazas. Me estremezco al oir el susurro del roce de sus muslos cuando camina. Sólo con ver las manchas de su camisa, no quiero ni imaginarme la humedad relativa del aire dentro de sus pantalones. Odio tanto a esa persona que ni si quiera me atrevería a matarla a mamporros. Me da asco. Usaría un lanzallamas durante horas para no dejar restos. Le lanzaría un misil a varios kilómetros de distancia para que no me salpicase.

En fin.

¿He pasado la prueba de ser un maniático más, Irenerl?

Mira lo que hace Somófrates a las 11.08.04 19:31



Cosonísimas:

Freaud diría que lo que tu padeces es envidía de pene, o eso o que deseabas tirarte a tu madre y matar a tu padre, pero visto la cantidad de mensages de alargue su penen que me reenvías,me decanto por la primera opción

Mira lo que hace apio, esperiencia psicológica testada

Si, definitivamente estamos ante otro de esos jugosos casos de manía profunda dificil de quitar. Lo peor de todo es que ahora yo tengo UNA MANÍA MÁS. Ahora bien, me alegrará saber que cuando me toques, no me estarás dejando una muestra gratuita de tu egregio miembro viril.
Y ahora disculpadme, voy a lavarme las manos que hoy he montado en seis autobuses diferentes y he tocado libros de más de treinta años de antigüedad fálica universitaria. ¿Se acabaría de rascar algo la Princesa de Asturias antes de consultar aquellos libros?

Mira lo que hace Irenerl

Se me han removio las tripotas....Aggg!!! XDDD

Mira lo que hace Soraya

Menos mal... pensaba que era el único con escrúpulos a la hora de pulsar el botón de la cisterna (Suelo usar un trozo de papel higiénico para ello), tocar el pomo de las puertas de los lavabos (Un empujón de caderas suele bastar para abir la mayoría de las puertas), e incluso apretar el mecanismo que acciona el secador de manos, lo cual es pura manía, porque se supone que todos tienen las manos limpias cuando lo apiretan... pero aun así, prefiero agitar las manos y dejar que se sequen solas...

Bonito nuevo look.

Mira lo que hace Errante

Bueno fermoso he hecho lo que he podido. Ahora, ni se te ocurra poner una imagen de 1245x896 porque la capa en la que van los posts se te va a tomar viento.

Mira lo que hace K-c

¡¡Perro Gringo!!

Que sepas que desde el sur de Rio Grande preparamos nuevas oleadas de wetbacks que te van a romper la madre, hijo de la chingada.

Felicitaciones a la Artista.

Mira lo que hace El Hombre Malo

Gracias majete

Mira lo que hace K-c