10. november 2004

De domadores

¡Pero hijos píos! Mira que llamarme a mí buscando consejo, que no soy capaz de tantos años ni de saber con qué postura dormir por las noches... Me llama un colegui (anonimísimo él) para entretenerme un rato. Y así, de soslayo, como quien no quiere la cosa, me empieza a contar que si la carne es débil. Pues sí, es débil, pero eso se arregla con gimnasio. Y la sesera blanda, y las rodillas tienden a temblar ante ciertas carencias, le respondo yo. Yo con estas cosas es que me quedo un tanto a la virulé; que no reacciono, vaya. Que si te quieres echar una primitiva, po fale, pero yo para rollos ya tengo los míos, que últimamente me estoy metiendo un tute que si no llega a ser porque me descubrieron el maravillosos mundo de las grajeas de valeriana, estaba ya en la legión extranjera marcando el paso.

A ver cómo te lo sintetizo (sí, amiguitos, ¡es uno de esos posts!)... Digamos que en la vida las cosas no se ciñen a una fórmula te doy = me das. Más bien consisten en aguantar a quien te apetezca. Si alguien no te aporta nada, no es necesariamente malo. O sea, si ni te aporta ni te deja de aportar. Puedes relacionarte. Por las risas, y tal. Luego está cuando el balance es negativo. En estos casos, cunde la dejadez, y ya está. Sin traumas. Ni te enteras la mitad de las veces. Ni te hartas, ni te vuelves tarumba, ni flipas con flops, ni gaitas.
Lo jodidiño es cuando surgen los rollos raretes. Que pueden surgir de muchas maneras.

Hmmmm... Calma, tranquilidad, paciencia. Estoy pensando...

Vale. A ver. Tu caso me lo conozco, que me he llegado a examinar del práctico. Vas y saltas a la pista central. ¡Tachán! Y coges, y no se te ocurre otra cosa que meter el perolo en la boca del león. Claro, tú confías en la jodía bicha. Realmente es una estupidez, pero bueno... por un león se permiten hacer ciertas gilipolleces. Ya digo, por las risas y tal, pa pasar el rato en plan entretenido y eso. Pero henos aquí que el león va, y no sólo cierra la boca, sino que le da por masticar. Puta gracia.

¡Qué cabrón, el felino! Se podría decir. Y no sin razón. Pero coño, es que es un león. Que sí, que la jodía bicha podía haberse estao quieta pará, que es una falta de consideración por su parte, pero... es que no es culpa suya. Planteatelo así: ¿quién carajos te ha mandado meter ahí la puta cabeza? Y lo peor de todo es que te dá por dejarla ahí un rato, a ver si se cansa y para un poquito. Pero no. Te digo yo que antes de que se canse, te ha dejado el coco hecho puré.

No te creas eso de que a los felinos no les gusta que les metan el dedito en el culo. Hay algunos que sí. Tal vez deberías haberlo probado antes de meter el melón ahí. Pero ahora ya, pues como que no. Cuelga el látigo una temporadita, anda. Sí, ya sé que el orgullo y hasta la dignidad se resienten, pero es que para domador no valemos cualquiera. Móntate un circo de pulgas.

Y no es cuestión de fórmulas. Por mucho que te mole la bicha, al final llegarás a la conclusión de que lo más prudente es que salgas de ahí cagando virutas. Porque no te va a aportar más que colas en el insalud. Y eso no mola.

Y después de esta soberana tontería que no te habrá aclarado absolutamente nada y habrá dejado a más de uno dándole golpecitos al monitor del PC, me vuelvo a lo mío.

Mira lo que hace Somófrates a las 11.10.04 16:23



Cosonísimas:

Sigo diciendo que se te va demasiado...

Mira lo que hace MiChAeL