No debería estar escribiendo aquí. Hace un mes que tengo un blog nuevo. O eso creo. Soy la marca frustrada de the Cocacola Company (lo siento Joaquín, sé que lo has hecho con toda la buena intención del mundo).
Pero no debería estar escribiendo aquí, sobre todo, porque son las cuatro y media de la mañana y el despertador sonará a las seis.
Quién me iba a decir que después de un par de meses tan tranquilos se me iban a disparar de nuevo estos mecanismos. Después de bastante tiempo ha desaparecido ese molesto pitido en mi umbral auditivo, y he podido alcanzar un par de efímeras metas personales. Las cosas me van bien. Bueno, a decir verdad siempre me han ido bien, pero ahora por fin las disfruto en su medida. Pero supongo que una noche de sueño irregular le puede asaltar a cualquiera, sobre todo ahora que llega la primavera al corte inglés. Un eco de aquél pitido que me ha hecho ver la cantidad de páginas que he pasado. Así que aprovecho el momento, y el pitido que irremediablemente me traía hasta este blog para alimentar según qué miserias (que ni lo eran ni merecían serlas), y reconozco que no me reconozco (pero tampoco vamos a borrar nada, tranquilos, amantes de lo amarillo). Tan sólo tecleo un par de párrafos para saludaros a todos mientras me fumo un puro que tenía abandonado en un cajón.
Me ha pasado de todo un poco en este tiempo. Ha habido líos, ha habido rollos, ha habido un exámen teórico suspenso, ha habido jaleo con la estatua de Franco en la que casi nos pegan, ha habido risas, ha habido amigos, ha habido películas, ha habido azafatas, ha habido drásticos cambios profesionales, ha habido compañeros nuevos, ha habido viajes (no muy largos, ni en el tiempo ni en el espacio, pero los ha habido). Ha estado bien. Y lo seguirá estando. Seguro.
Hay un montón de personas a las que tengo dejadas de la mano de Dios. Mi Soraya, que pese a lo poco que la he tratado es una tía que me cae de puta madre (aunque tu blog me sigue pareciendo una babosada) y a la que aún debo una cena (aprovecha, que ya sabes que yo con dos copas...) La Marisilla, que sabe que soy mu perro y nunca me acuerdo de llamarla para preguntarle qué tal le va, o contarle la última trastada de Chincheta (pero que sepas que a veces miro tu blog y cada vez que pienso en galletas me acuerdo de tí). DonDepre, que ha remozado su blog para hablar de videojuegos retro y está teniendo un exitazo de la polla (yo tenía en mente una página llamada "speak the nature of your medical emergency", pero creo que tú lo haces mucho mejor de lo que yo lo haría). El hombre máquina, que sigue tan autómata como de costumbre (ya veo que sigues suspirando con mi recuerdo, pervertido). Mis chavales de Generación X, que hace un millón de años que no les veo ni me voy con ellos a tomar unos copazos y a liarnos unos porrillos. La peña de dreamers, que ya no paso ni por el foro de política. Y un montón de más de blogueros y flipaos que campan por estos andurriales.
Pero bueno. Es lo que tienen los cambios. Llamadme, que ya sabéis que soy mu perro (pero no me escribáis e-mails, Willy, que ya ni miro el correo) y seguro que encontramos un momento para tomarnos algo. Para comer seguro, que esto de ser tu propio jefe tiene sus ventajas...
De momento, todo mi tiempo de ocio lo ocupa mi nuevo amor (y no, no me refiero a la niña del anterior post, sino al orco asesino amigo de los niños):
Sé que siempre me habéis recriminado el cogerlas demasiado jóvenes, pero esta vez, al menos, está buena.