Qué bien, qué alegría y qué de todo, que ya por fin nos sacaron la última de la guerra de las galaxias. En la tele, en el periódico, en internet, y hasta en los boxes, en todas partes nos recuerdan lo miserables y desdichados que seremos si nos perdemos tamaño peliculón. Y, sí, ya sé que el cine cuesta un pastón, incluso en el día del espectador, pero para eso estoy yo, para contaros la película de principio a fin, y daros además una visión crítica, conclusiva y coherente de ella, que ya sé que si por vosotros fuera, Alfredo Landa aún estaba por ahí conquistando suecas en Benidorm.
Repito para la gente especial que lee este blog: os voy a destripar la película (y, lo creáis o no, es por vuestro bien). Si sois de esos energúmenos que se pusieron gilipollas cuando alguien dijo aquello de Bruce Willies está pajarito en el sexto sentido, id a meneárosla a otro lado y no sigáis leyendo.
Empecemos. Episodio tres, la venganza de los sith. En una parábola argumental sin precedentes nunca antes vista desde karate a muerte en Torremolinos, un texto nos indica que los malos han secuestrado al Canciller de la república y se lo están llevando de su casa en una nave espacial muy gorda. Y ahí están todos, tirandose rayos de colores, y esas cosas que se hacen en el espacio, mientras los dos protas van volando en sus naves súper molonas. Ya de entrada uno se puede percatar de la calidad del doblaje al escuchar la conversación entre el barbudo Ewan McGregor y el puto niño:
Obi-wan: Buenos días, señorita, soy el técnico que ha llamado para instalar el aire acondicionado.
Putoniño: Hmmm. Es que aquí hace muchísimo calorrrrrrrr. ¿Y si en vez de aire nos quitamos la ropa?
Obi-wan: Lo que usted diga, señorita. ¿Dónde quiere que le enchufe esto...?
Pero en esto que de repente (es lo que tienen las guerras), un misil suelta un montón de mariquitas-robot (??) sobre la nave del maestro Obi-Wan, y empiezan a untarle las alas de mantequilla. Pero nada, el puto niño salva el día, y aterrizan en la nave gorda de los malos. Un aterrizaje así en plan como muy aparatoso, con derrapes y todo, y entonces pues los jedis empiezan a hacer cosas de jedis, que es saltar mucho y mover así un palito de colores y se cargan la regüeba de robots malos, que estaban ahí haciendo... pues no sé... cosas de robots malos, y muy chulo todo.
Putoniño: ¿Y ahora qué hacemos?
Obi-wan: Pues ya que estmos dentro, yo había pensado en urdir una esratagema, así un poco en plan Capitán Panaka y tal.
Putoniño: Ah. Que en esta peli también seguimos sin guionista, ¿no?
Obi-wan: Sí, creo que sí, porque no llevamos ni diez minutos y ya nos hemos follado a treinta.
Putoniño: No sé, al menos esta vez los robots gritan y gimen de forma diferente a las otras dos pelis...
Obi-wan: Sí, supongo... R2, anda, haz algo, usa tu palito mágico y dinos lo que hay que hacer.
Total, que hacen lo propio en estas situaciones: coger un ascensor, moverlo parriba, moverlo pabajo, y sobre todo dar saltos y mover los palitos de colores (quien sea capaz de estar dos horas entretenido con dos palitos, va a disfrutar esta película una barbaridad...), mientras que el director nos hace un trabajo de desarrollo personal bastante trascendente incidiendo en la evolución de uno de los personajes de la película: R2-D2, quién resulta ser un psicópata asesino sin escrúpulos cuando nadie esta cerca para ver lo que hace.
Bueno, pues nada. Los buenos llegan a donde tenían que llegar, y allí está el Canciller atadito a una silla, y entonces sale el malo, que es conde Drácula este al que le crecía la nariz cuando hizo la película esta de los orcos con Magneto. Bueno, pues eso, que sale, y da así como un salto sencillito doble con tirabuzón y hace un poco el pino-puente-patrás y se juega el tipo y el injerto de cadera en vez de usar las escaleras, que las tenía ahí mismo, pero bueno, es lo que tienen los jedis estos de las nuevas películas, que molan un puñao. Y siguiendo la tradición, pues se sacan los palitos de colores, y se ponen a rebotar un rato. Al final el putoniño, incapaz de evitar ése impulso que tienen todos los jedis en estas películas, le corta las manitas a drácula, y se lo cicutriña porque se lo dice el Canciller (y es que no es para menos, que uno no ve todos los días a un viejecito con pololos sumiso y atadito a una silla, copón...)
Y en esto que se ponen a huir. Y nos dan otra oportunidad de evaluar la inteligencia de todo el mundo en esta película, ya que el ejército de los buenos, aún sabiendo que el canciller secuestrado de la república y los jedis que han ido a rescatarle siguen aún dentro, empiezan a enchufarle a la nave gorda con todo lo que tienen, y entonces la nave gorda se empieza a caer hacia el planeta ese que hay debajo. Total, que el malo nuevo, un tal General Frisfris, o algo así, que es como un robot así muy tocho y con un enfisema pulmonar y el que más manda en esa nave, pues dice:
General Grusbris: Coño, panda gilipollas, que nos caemos. Encended los motores si veis que tal.
Droide de reparto: Motores encndidos, general. Ya no nos caemos más.
General Fronstris: Chachi.
Típico pringao que lee una pantallita : ¡General, General ! ¡Que los buenos se escapan!
General Trisfris: Los cojones. ¡Encended los rayos de luz!
Típico pringao que lee una pantallita : ¡Ostias qué buena idea! ¡Rayos de luz! Venga, va, que los enchufo...
(en otrra parte de la nave tocha de los malos...)
Obi-wan: ¡Ahí va! ¡Rayos de luz!
Putoniño: Ya ves.
Canciller: Bufff. Puteo...
Obi-wan: O sea, yo movidas de jedi y tal,vale, pero si me sacan rayos de luz, paso.
Putoniño: ¿Y si apretamos los cachetes del culo para mover cosas sin tocarlas?
Obi-wan: Que no, que paso.
Putoniño: Pero, leches, vamos a menearnos los palitos de colores, al menos.
Obi-wan: Que no, que no. Que me enfado y no respiro.
Androdes malos, a coro: uuhh... tirad las armas y dejad de masacrarnos por docenas... por favor...
Putoniño: Va, venga, pero por variar un poco...
Obi-wan: Os habéis canteao con los rayos de luz... yo así no juego...
Total, que los buenos son apresados (no hace ni puta falta que nos expliquen cómo, es más, igual es que se dejan apresar a propósito para ver si el general malo malísimo definitivo de todos los ejércitos que desolan la galaxia les lleva ante su presencia y se expone sin ningún motivo en un alarde de gilpollez extrema).
General Kruskris: Anda, mira, los buenos. Pues creía que eras más mayor, Putoniño.
Putoniño: Pues yo creía que era usted más alto, General Chistris.
Canciller: Pues yo creía que esta vez había guionista.
Todos a coro: No, tronco, seguimos tirando de libretita azúl.
Cancilles: Coñazo...
Putoniño: Sip...
Obi-wan: Buah, pues si eso hacemos como que nos liberamos y nos cascamos un poco más.
General Prustris: Va, venga.
Y empiezan a darse ahí todos, y venga a menear palitos de colores y a rebotar por todas partes, y entonces el General Grinstrus se pira, y la nave se vuelve a caer, y entran en la atmósfera del planeta, y llegan dos naves de los borrombomberos, y aterrizan, y todo en plan de jo, qué movida, ¿eh?...
Total que llegan ahí todos los políticos en plan ¡viva, viva!, y el Canciller así con cara como de ¿quién ordenó disparar sobre la nave tocha de los malos sabiendo que estaba yo dentro, josdeputa? pero sin decir nada, como guardándoselo para él. Y entonces sale la calientapollas judía de la Portman y se aparta así un poco con el Putoniño.
Putoniño: Ven pacá, que vas a tener que sacar hasta la lengua pa hacer sitio ahí dentro a tó lo que te vi a meté...
Calienta: Oh, putoniño, te he echado tanto de menos que el consolador se me quedó chico y tuve que empezar a hacermelo con un exprimenaranjas.
Putoniño: Miraquerescerda...
Calienta: Por cierto, cari, que en estos dos años que has estado fuera...
Putoniño: ¿Qué?
Calienta: Que vamos a ser papás.
Putoniño: Ah, pues guai... ¿Se lo decimos a alguien?
Calienta: Nah, pasando.
Total, que el Putoniño empieza a tener sueños premonitorios con la Portman pasándolas putas durante el parto, porque George Lucas debió decidir que esta era la forma que más le molaba para tocarle los cojones al Putoniño. Así que el Putoniño se va a ver al moco arrugao de Yoda, a preguntarle a ver qué pasa.
Putoniño: Tronco, tengo visiones como las que tenía con mi vieja.
Yoda: Visiones con tu vieja también yo he tenido. Buenorra la jodía estaba.
Putoniño: No, no, ese tipo de visiones no. Los psicólogos ya dijeron que estaba curado. Me refería a visiones premonitorias.
Yoda: Ah. ¿Alguien conocido es?
Putoniño: Sí.
Yoda: ¿Cercano a ti?
Putoniño: Sí.
Yoda: ¿Lleva gafas? ¿Y bigote? ¿Es Max?
Putoniño: Jo, maestro, es usted la puta caña jugando al quién es quién.
Yoda: Yo no me preocuparía, salao. Hala, hala, a tu puta casa que voy a meditar un rato con un par de padawans.
Aluego más tarde, el Putoniño se pone a hablar con el Canciller, que le dice que está súper contento con él, y que le va a hacer su representante personal en el consejo jedi. Y en el consejo jedi, pues le dicen que bueno, que vale, pero que no se pase un gramo con ellos que se lo pesan, que ya bastante tienen que aguantarle al Putoniño, todos ahí vestidos con albornoz menos él, porque es el más guai y el más chulito, y el Samuel L. Jackson le tiene unas ganas locas, porque además es el único del consejo que no ha catao a su señora.
Bueno, y entonces Yoda se va con los wookies a cascarse con unos robots, y Obi-wan también se pira, porque ya saben dónde está el General Brusbris, y va a sacudirle un rato a ver qué pasa. Y entonces el Canciller le cuenta al Putoniño la histoia de un jedi malo que se llamaba Darth Manolus, que era la hostia, y que es que el lado oscuro está de puta madre, porque además si se hace socio ahora le dan preferencia en taquilla para ver los partidos, y hasta salvan a su señora si hace falta.
Mientas tanto, Obi-wan llega delante del general Chiskris, y el General ya un poco hasta la polla, pues se quita capa y resulta que tiene cuatro brazos, y saca cuatro espadas láser. Una flipada, vamos. Pero el caso es que Obi-wan, como buen jedi que es, en lo que se centra es en lo de siempre: manitassssssss. Y se zurran un rato, y saltan y menean los palitos de colores, y ganan los buenos.
Por otro lado, pues el Putoniño se chiva al negro calvo de que el Canciller es un mal bicho del copón, y entonces se va el negro con tres colegas a darle cerita al viejo. Y llegan todos, y resulta que los colegas tenían las espadas láser cogidas del revés, y se matan solos, y entonces se empiezan a cascar el negro y el Canciller, dando saltos y meneando los palitos de colores, y llega el Putoniño, y le corta la mano a Samuel L. Jackson y se lo cargan.
Canciller: Guai.
Putoniño: A ver cómo explico ahora yo esto en casa...
Canciller: nah, tú tranqui, si además era negro.
Putoniño: Bueno, ¿y ahora qué?
Canciller: Pues mira, nos fumamos unos caliqueños de la risa que tengo yo aquí, que es lo que hacemos los sith para hablar así con este tono de voz tan molón, y que hace que se nos pongan los ojos de colores.
Putoniño: Mola...
Canciller: Bien, bien... Siente el poder de esta mierda libanesa que me han traído unos colegas de Marruecos.
Putoniño: Joder, cómo pega.
Canciller: Yatedigo... Bueno, oye, vamos a ponerte un nombre nuevo.
Putoniño: ¿Para qué?
Canciller: Ah, no sé... cosas de malos, supongo. Además hay que hacerte la tarjeta de socio. ¿Qué te mola más, Darth Pipas o el Cadenas?
Putoniño: El Cadenas.
Canciller: Pues no, que ese ya está pillado, y además a mí me mola más el otro. Hale.
Putoniño: No jodas...
Canciller: Que no, coño, que era bromi. Te llamarás Darth Vader.
Putoniño: Ah, vale, mola.
Canciler: Chachi que sí. Hala, ahora te vas al templo jedi, y me los matas a todos por cabrones y por haber intentado pegarme en plan skin.
Putoniño: Pofale...
Canciller: Ah, oye, y luego te vas al planeta Mustafá a matar a un grupillo de indeseables que se han pasao de listos.
Y así es como el Putoniño se folla con cebolla a todos los jedis que hay en el templo, y los que están por ahí de picos pardos rebotando y moviendo palitos de colores, pues se los cargan los clones así en plan cutre salchichero que te mueres. ¿A todos? No, a todos no. Obi-wan se salva, y el maestro Yoda escapa porque es muy amigo de Chewbacca (y de esta bella relación salieron a posteriori los ewoks, sospechamos), y los dos vuelven para cantarle las cuarenta al Putoniño y al Canciller, que ya no es Canciller, que ahora es emperador.
Ya vista la gran pirueta argumental en anteriores películas en las que el maestro Yoda esgrimía una espada láser y rebotaba cual puñadito de Flubber por la panalla (todo el mundo sabe que Ghandi fue un líder y un hombre excepcional, no por las cosas que hacía o decía, sino por el diestro manejo de su rifle automático), el enfrentamiento que tiene con el emperador pues es bastante imbécil. O sea, saltan y menean palitos de colores.
Total que Obi-wan le dice a la Portman que está la cosa muy mala, y la Portman coge y se va a ver al Putoniño a Mustafá y entonces Obi-wan aprovecha para colarse en la nave y así encontrarse todos y hablar las cosas como personas civilizadas. Mustafá es un planeta así como volcánico, y el Putoniño pues se ha cargado a unos señores, y entconces la Portman pues se atocina, y el Putoniño le hace el truco del gañote, y sale Obi-wan del maletero, y se ponen a dar saltos y a menear los palitos de colores. Y, claro, estas cosas son muy divertidas hasta que alguien pierde un ojo.
Obi-wan: ¿A que no saltas hasta aquí, mariquita?
Putoniño: ¡Ostias! ¡Paraparaparaparapara!
Obi-wan: ¿Qué? ¿Qué pasa?
Putoniño: Joder, tronco, que me has dao.
Obi-wan: Ostias...
Putoniño: Mira, macho, el brazo bueno y las dos piernas. Te has canteao.
Obi-wan: Joder, si es que me estabas poniendo nervioso ya con tanto brinco y tanta polla.
Putoniño: Cojones, pues contrólate un cacho, que te has pasao.
Obi-wan: Ha sido culpa tuya. No haber saltado.
Putoniño: ¿Culpa mía? Mecaguentuputamadre, no me jodas.
Obi-wan: Y yo me cago en la tuya, cabrón.
Putoniño: Eh, eh, que mi madre está muerta.
Obi-wan: Me la suda, eres un gilipollas y estoy hasta la polla de ti.
Putoniño: Yo al menos me follo a la Portman, que es lo que os jode a todos, que sois unos reprimidos de mierda.
Obi-wan: ¡Mira...! ¡Mira...!
Putoniño: ¿Qué? ¿Qué vas a hacer? Pero si es verdad, coño.
Obi-wan: ¡Mira que no te remato porque me está agarrando la piedra esta, que si no...!
Putoniño: Eh, cabrón, pero no me dejes aquí...
Obi-wan: Tefollen...
Y entonces llega el emperador, y se lleva al Putoniño, que está tó quemao (excepto las pestañas, antes muerto que sencillo), pero como el emperador está en Catalana Occidente, pues se lo arreglan todo todo y todo, y además le ponen la voz de Constantino Romero.
El artista antes conocido como Canciller: Hale, sólo te faltan los alerones, macho.
Putoniño: ¿Pero qué es esto?
El artista antes conocido como Canciller: Coño, tronco, tapicería de cuero y salpicadero de carbono.
Putoniño: No, no. Esto.
El artista antes conocido como Canciller: Ah. El interfono, el starter por si acaso y además pillas AM y FM.
Putoniño: O sea, al General Frusfris le ponéis cuatro brazos, pica, bate y hace mayonesa, y a mí me ponéis un transistor y el cascorro este, que no veo un pescao.
El artista antes conocido como Canciller: Chico, el presupuesto es el presupuesto...
Putoniño: Un momento. He dejado de sentir una presencia...
El artista antes conocido como Canciller: ¿Hm?
Putoniño: ¿Hasta dónde ha cortado el cabrón de Obi-wan?
El artista antes conocido como Canciller: Ah. Eso. Me temo que demasiado arriba.
Putoniño: ¡¡NOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!!
Mientras, la Portman está soltando lastre en una sala diseñada por Ágata Ruiz de la Prada, dónde Obi-wan, Yoda y el abogado portorriqueño de La Ley de Los Ángeles observan detenidamente cómo un androide con cucharas de helado en vez de manos asiste el parto de Luke y Leia. Y entonces va la hija de la gran puta y dobla perchas. El portorriqueño se queda con la niña, Obi-wan se lleva al niño al puto desierto a que se haga granjero, Yoda se pira, a 3PO le borran la memoria, mentan a la puta madre de Liam Neeson, sale un Peter Chusing cutrísimo por ordenador haciendo de Grand Moff Tarkin (o de Raphael, no estoy seguro), y fin.
De nada.
Bien, amigos, alguien hizo bien el jodido pentagrama y aquí estoy, invocado y atado de nuevo (de momento) a esta porquería de página inútil, dispuesto a complaceros mientras encuentro la forma de deshacer la invocación y destruir vuestras almas a guitarrazos y tener sexo anal con vuestras madres y hermanas. Últimamente todo el mundo en cuanto me pilla por el messenger no hace más que darme la barrila para que vuelva a escribir algo. Admiradoras han llenado mis cuentas de correo. Un grupo de fans japonesas vinieron desde Tokio para asaltarme en plena calle cuando salía del prostíbulo. Mi buzón rebosa de ropa interior proviniente de un convento de carmelitas (y mis sospechas eran ciertas: más de un 40% usan bóxers). Que se me hecha de menos, que internet sin mí no es lo mismo, y blah blah blah. Y la solución no es que yo escriba ago aquí (mejores escritores habrá por leer en el mundo, vive Dios), sino que ustedes se busquen empleos algo más gratificantes e interesantes. Como el mío sin ir más lejos: babear todo el día detrás de dos azafatas.
Pero una cosa os digo. Yo era mucho más feliz cuando no pensaba con la polla. Y no porque mi polla piense mal, ni mucho menos; tengo un premio Nóbel potencial entre las piernas. No, amigos, antes vivía mejor porque tenía otras metas y otros objetivos, horizontes altruistas de revolución y cambio social. Yo antes era un librepensador, un burgués revolucionario comprometido con sus principios. Pero es muy jodido comprobar que de repente un día los problemas del mundo entero no pueden llegar a compararse con tus ganas de seguir follando. Ah, cruel destino, ¿a qué fin tan diabólico pingajo ha de llevarme? Dichoso metabolismo el humano, despiadas hormonas, que me empujan a desear con lascivia hasta los coquetos bigotillos de Hello Kitty. ¿A qué tanto retraso en desarrollar una castración química fiable y temporal? ¿No ven que estoy sufriendo? Pues no. No lo ven. Y no sólo no lo ven, sino que encima ya está aquí otra vez el verano. Muérome.
El verano está bien. Es esa época del año en la que realmente te das cuenta de que tu trabajo no es exactamente lo mismo que ir al colegio. Tres meses de más aguantando al gilipollas del delegado de la clase se notan. En vez de negativos, te ponen marrones, y también puedes tener más compañeras que compañeros, que vas a seguir sin comerte un colín (y como te lo comas, va a ser peor). Eso sí, en el cole sólo estaban los que daban y los que recibían. Y las niñas, pero eran todas imbéciles y nadie sabía qué cojones hacer con ellas o para qué servían a parte de para pegarles chicles en el pelo y verlas llorar (pero bueno, luego uno crece, se hace más maduro, toma otra visión y otra perspectiva, y se da cuenta de que necesita una para que le cocine y le limpie). En el cole iba todo por grupos, y esa es la diferenia con el curro. En el curro hay grupos, PERO eso no significa nada; esos grupos están hechos así porque tienen que ser así, pero eso no supone ninguna afinidad entre los componentes de ese mismo grupo. En un mismo grupo pueden estar los que dan, los que reciben, y las azafatas gilipollas. Es fantástico. Y ahí es cuando uno tiene que hacerse su propio quién es quién.
Hace unos meses comentaba que prefería a un tonto antes que a una mala persona. Pues eso ha cambiado. Y no es que ahora me gusten las malas personas, no. Hablo en un tono muy general de lo que es la gente que habita este planeta. Tal vez sea que por fin he aprendido a moverme entre serpientes y ver el mundo como realmente (sad but true) funciona a varios niveles. En lo personal, pues me quedo con quien me hace sentir bien, maldades o tontunas al margen.
El caso es que, más bueno o más malo, lo que no puedo soportar es a un tonto. Un imbécil. Un estúpido. Me gustan las tonterías, pero no los tontos, coño (las tontas, igual, si son azafatas y están buens...). En fin, teniendo en cuenta los cuatro factores (inteligencia, estupidez, buenas y malas intenciones), voy a clasificar a la especie humana. Porque sí, porque soy la hostia, porque me molo mogollón y porque puedo.
1.- La buena persona inteligente. Escasísima minoría. Suele llevar un buen tren de movidas a rastras. Sentido del humor, del absurdo, cierto pesimismo o locura transitiva que ayude a digerir según qué gilipolleces propias del resto el universo. De todas las personas que he conocido en mi mierda de vida (que no son pocas), puedo contar a siete de este tipo, de las cuales dos ni si quiera me cayeron bien (pero yo no las maté, en serio).
2.- La mala persona inteligente. Lo que hace que funcione el mundo. No son el típico malo de película, también tienen amigos y gente querida (son necesidades humanas comunes a todos nosotros), y el hecho de que sean unos hijos de puta, no significa que no te puedan hacer pasar un buen rato, o incluso ser maravillosos contigo si les interesas (y mientras les intereses). Se ciñen a las normas, siguen una lógica, y atienden al sentido común. Se puede jugar a su juego, y siempre conjugarán su crueldad con sus ambiciones, nunca desarrollarán uno de esos dos aspectos por separado, a menos que les suponga una practicidad evidente.
3.- La buena persona tonta. Divertido. Risas. Potencialmente no tan devastador como el malo inteligente, pero sí una bomba impredecible. Hará daño sin saberlo y sin entender a motivos y consecuencias. A evitar como la puta peste. Cuanto más hagas por acercarte a alguien así, más municiones le estás dando a un mono armado con una ametralladora (y a menos que tú seas otro mono con ametralladora, las risas te van a durar bien poco...)
4.- La mala persona tonta. Poco que decir. Superpoblación de éstos. Afectados de infantilismo que revierten en amargados, frustrados y resentidos patológicos. Cabrones por vocación pero sin talento para ejercer de tales. Siempre abusarán de quien esté por debajo, o de quienes les dejen creer que lo están haciendo, y ni si quiera por necesidad (a diferencia del inteligente), sino simplemente por saber que pueden hacerlo o vanagloriarse de ello ante otros semejantes.
Buah. Soy la polla. Si es que soy listísimo, coño. Y hasta majo. Os acabo de hacer la púa inventándome una mierda de clasificación psicológica y habrá quien se la crea y todo... Bueno, bueno, son casos extremos, y en el mundo ya sabemos que no sólo existen cuatro tipos de personas, sino muchos más (sí, Porras, los negros también son personas). Bueno, si alguien se ha sentido identificado en algún grupo, he de aclarar que todo parecido con la realidad es pura coincidencia. Si alguien se ha sentido identificado en al menos dos, que cambie de peluquero. Y si alguien se ha sentido identificado con los cuatro tipos, que comente.
En este edificio hay un pollo que me recuerda muchísimo a un amigo que tuve hace tiempo. Se llamaba César. Era un tío grandote, muy gilipollas y muy mimado, pero un cachondo, y yo le quería bastante. El caso es que fue el primero de la pandilla en ponerse internet en casa, y enseguida se enganchó a los chat. Dejamos de verle el pelo, porque se pasaba el día enchufado. Por aquél entonces, la conexión se pagaba como el teléfono normal y corriente, y hubo meses que a su casa llegaron facturas de treinta y cuarenta mil pesetas. El caso es que empezó a conocer gente nueva, ya que en todos los grupos, antes o después, siempre se hacían quedadas. Y de la noche la mañana, el tío había cambiado de amigos. Claro, yo, preocupado, pues le llamé un día par vernos, porque no sabía nada de él, y a ver si le apetecía hacer algo. Pero él me respondió que estaba a otro nivel, que yo era ahora un impresentable con quien no podía juntarse, él tenía nuevas actividades y nuevas metas. Su vida era demasiado buena como para que yo siguiese en ella (eh, este va a ser el lema de moda este año, yo ya me lo he puesto de mensaje de bienvenida en el móvil y todo, de tanto oírlo). El caso es que las navidades pasadas me llamó por teléfono después de tantísimos años. Y yo, gilipollas, hasta me emocioné. Su madre vive ahora con el novio en el piso donde vivían antes, su padre está tiradisimo de pasta, y se ha ido a vivir con su propia hermana, el hermano mayor (un tío al que merece la pena conocer) acabó hasta la polla de todos y se largó en cuanto pudo, y César... bueno, César se había quedado sin trabajo y sin novia y necesitaba pasta. Así que aprovechaba para felicitarme la navidad.
No negaré que sentí cierta satisfacción. Pero me dio muchísima pena. Evidentemente le di largas, y espero no volver a verle nunca, pero sí deseo que le vaya bien. No creo en los rollos kármicos, de manera que tampoco voy a sacar una moraleja de una puta coincidencia. Joder, me habría bastado con que pillase una venérea...
En fin, me encantaría seguir restregándomela contra el teclado un rato más, pero esta mañana ha habido una demostración de videoconferencia umts, y mis azafatas y yo vamos a comernos lo que ha sobrado del catering. Estas hijas de puta comen como cerdas y no engordan un gramo, coño, están que revientan de buenas. Putas bulímicas de los cojones. A ver si las convenzo para hacer la dieta del pepino...